La opinión predominante en Twitter no es lo
que la mayoría de la sociedad piensa: aquella se inclina más a la izquierda y a la crítica. Así
lo muestra un estudio del Pew
Research Institute, tras comparar durante un año las reacciones en esta
red social con las opiniones expresadas en las encuestas ante ocho grandes
acontecimientos de la vida política de Estados Unidos.
El estudio del Pew concluye que
“las reacciones en Twitter a importantes acontecimientos y decisiones políticas
a menudo difieren bastante del sentir de la opinión pública en las encuestas”.
La divergencia viene de que “en ocasiones Twitter es más progresista que lo que
expresan las respuestas de las encuestas, y en otras es más conservador. Normalmente, lo que destacan
son los comentarios negativos”.
A juzgar por la conclusión del Pew
–que es lo que están repitiendo de forma aséptica muchos medios–, parece que la
falta de coincidencia se da bien porque los tuiteros se
pasan de progresistas bien porque se pasan de conservadores. Sin embargo, los mismos casos
analizados por el Pew desmienten esa conclusión tan neutral: en realidad, la opinión predominante en
Twitter es la progresista, y
es ésta la que con más frecuencia no coincide con la de las encuestas.
En cuatro de los ocho acontecimientos analizados por el
Pew, la reacción en Twitter fue más proclive a la postura progresista que la
media nacional. Solo dos se
inclinaron en esta red social hacia la posición conservadora. Y en los otros
dos casos, las respuestas en Twitter y en las encuestas fueron similares. (Sigue leyendo...)
Por ejemplo, cuando fue reelegido Obama en noviembre de 2012, una encuesta realizada en los días siguientes mostraba una
división de opiniones ajustada: el 52% se declaraba “contento” con su victoria
frente al 45% de “descontentos”, lo que es coherente con lo que salió en las
urnas. Pero en Twitter los comentarios a favor de Obama alcanzan el 77% frente
al 23%.
Twitter también fue más positivo con la sentencia de un
tribunal federal que en febrero de 2012 declaró inconstitucional la ley de California que reconoce
solo el matrimonio entre hombre y mujer en la Constitución estatal, y sobre la
que ahora decidirá el Supremo estadounidense. El 46% aplaudió la decisión
frente al 8%. Estos resultados contrastan con los de una encuesta del Pew en la
que el 33% se muestra a favor frente al 44% de los críticos.
Los dos casos en que la reacción de Twitter fue más
conservadora que la del sentir de las encuestas son: el discurso de Obama sobre
el Estado de la Nación pronunciado en enero de 2012 y el de investidura en su
segundo mandato. Y los dos casos en que las respuestas de Twitter y las de las
encuestas resultaron similares fueron: la decisión del Tribunal Supremo sobre
la reforma sanitaria y la designación de Paul Ryan como compañero de ticket
electoral de Mitt Romney.
Otra conclusión interesante es que las reacciones en
Twitter se inclinan más a la crítica que al elogio. Esto se observa, por ejemplo, en el seguimiento de la
campaña presidencial: tanto Obama como Romney recibieron más comentarios
negativos en esa red social que en las encuestas. Twitter se cebó especialmente
con el candidato republicano entre septiembre y noviembre de 2012.
Twitter y la espiral del silencio
El estudio del Pew cita tres
razones para explicar el desajuste que se produce entre lo que se expresa en
Twitter y las opiniones de las encuestas. La
primera es demográfica: solo
el 13% de los adultos estadounidenses utilizan esa red social, y solo el 3% de
ellos tuitea de forma habitual o a veces sobre noticias de
actualidad. Además, añade el Pew, los usuarios de esta red social tienden a ser
más jóvenes y –ahora sí lo dice con claridad– de izquierdas.
La segunda razón es el muestreo: las conversaciones en Twitter pueden incluir a los no
votantes: menores de 18 años y extranjeros. Y la
tercera tiene que ver con los grupos que opinan: no todos los que tuitean sobre
política se pronuncian sobre cada acontecimiento político. Gracias a las
etiquetas (hashtags), el Pew pudo identificar que muchos de los que se
pronunciaban sobre la Proposición 8 de California no eran los mismos que tuiteaban sobre
el discurso de investidura de Obama o la designación de Ryan.
Hasta aquí el estudio. Pero cabe plantear una hipótesis para explicar por qué en
la red del pájaro se lleva más la opinión crítica y progresista: el mecanismo
de funcionamiento de Twitter contiene varios ingredientes que pueden
desencadenar la dinámica de la “espiral del silencio” que describió Elisabeth
Noelle-Neuman (1).
Según esta autora, la gente trata de evitar el aislamiento cuando hay una controversia de valores. En estos debates, los que están convencidos de que sus puntos de vista son populares se expresan abiertamente y los defienden con entusiasmo, mientras que los que mantienen la posición contraria tienden a retirarse y callarse. Esta inhibición hace que la opinión que recibe apoyo explícito parezca más fuerte de lo que realmente es, y la otra más débil.
Así describe Noelle-Neuman el desenlace de esta dinámica: “Las observaciones realizadas en unos contextos se
extendieron a otros e incitaron a la gente a proclamar sus opiniones o a
‘tragárselas’ y mantenerse en silencio hasta que, en un proceso en espiral, un
punto de vista llegó a dominar la escena pública y el otro desapareció de la
conciencia pública al enmudecer sus partidarios”
.
Esta “espiral del silencio”, que se desencadena en la
vida offline cuando hay polémicas sobre valores, encuentra
un terreno fértil en Twitter, la red social por excelencia que invita a tomar
partido en debates controvertidos: los que son tendencia en cada momento.
Además, el mecanismo de recompensa de Twitter (retuits, menciones y
favoritos) puede llevar a que algunas
personas no expresen sus verdaderas ideas por miedo a perder seguidores.
Es cierto que en Twitter nunca faltan pájaros cuyos
exabruptos –progresistas o conservadores– les hacen ganar todavía más followers,
ya sean admiradores o enemigos. Pero nada excluye que la dinámica descrita por
Noelle-Neuman pueda cebarse con los usuarios inseguros: evitar el aislamiento es una
necesidad acuciante en una comunidad que se alimenta de la aceptación.
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(1) Elisabeth Noelle-Neumann. La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social. Paidós. Barcelona (1995). Ver reseña.
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