Hace unos días la prensa trajo la
noticia de que Moritz Erhardt, un interno de 21 años que trabajaba
en Bak of America Merrill Lynch, en Londres, fue encontrado muerto
en la ducha de su apartamento. Sus compañeros explicaron que Moritz trabajaba
muchas horas, muchas más de las que son no ya saludables, sino no peligrosas:
llevaba tres días seguidos trabajando hasta las seis de la mañana. Y, de
paso, nos enteramos de que esa es una práctica frecuentísima en numerosos
empresas, sobre todo en el mundo financiero.
¿Causas? La “culpa” está en ambas
partes. Los empleados lo hacen para mantener su puesto
de trabajo, para ser bien calificados por sus jefes, para acumular méritos…
Quizás su remuneración no es demasiado alta, pero es el principio de una carrera profesional que
puede llevar a sueldos muy sustanciosos, de manera que toman
su exceso de trabajo como una inversión, cuyo rendimiento obtendrán en el
futuro, sea en la misma empresa, sea en otra del mismo sector, o saltando a
otro empleo que han conocido gracias a sus muchas horas de trabajo...
El otro lado de la culpa, y me
parece que el más importante, está en las empresas -y digo el
más importante, porque son las que tienen el poder en sus
manos, el poder frente a sus empleados. Hay toda una política de
personal detrás de esas prácticas. Se trata de crear un ritmo
frenético de trabajo, una preocupación total por el rendimiento,
que se extienda a toda la organización. Me contaba un amigo hace unos días que
en una importante entidad financiera se fijan en si los empleados van de un
lugar a otro en la empresa por la escalera o en el ascensor, y en si van
corriendo o simplemente caminando. Un compañero de Moritz decía a la prensa:
“Es como un experimento de psicología, cuando las luces están siempre
encendidas. La única diferencia en el tiempo es el cambio en el turno de las
secretarias”.
Claro que la gente se marcha o se
rompe, como Moritz. Bien: otro vendrá. Esa mano de obra es sustituible,
es una ”commodity”, una prima de materia. Lo importante es tener mano de
obra barata, altamente cualificada y preocupada por obtener el
mayor rendimiento posible. Y pocos en lugar de muchos, porque eso es lo más
rentable.
“Lo hacen porque quieren”. Claro.
Pero también los que se tiran a la vía del tren lo hacen porque quieren. Y los
que pagan sobornos a los políticos también lo hacen porque quieren. El
problema, como ya he comentado otras veces, es que la gente aprende,
y después de unos años trabajando de esta manera uno ha aprendido que… la vida
es solo una sucesión de horas de trabajo; que no vale la pena salir a pasear un
domingo o ir al cine una noche; que las relaciones humanas son un lujo
inasequible; que la familia es… ¡uf!, ¿para qué? ”Es solo por unos años;
luego, cuando haya pagado mis deudas y tenga una carrera segura, entonces
cambiaré”. ¿Cambiarás? ¿Podrás “desaprender” lo aprendido?
Y para las empresas es una mala
práctica. Rentable, claro. Pero una mala práctica. Los directivos que
la permiten y aun la fomentan son unos malos directivos, porque no
tienen respeto por las personas. “Todos lo hacen”. Sí, claro. Pero esto no
significa que todos hagan algo bueno. Los jefes vienen de esa cultura, y
ni siquiera se les ocurre pensar que hay otra estrategia posible,
lo cual garantiza que esas prácticas se perpetúen. El mucho
trabajo puede llegar a matar. Y lleva a una nueva división en la sociedad,
entre los que no tienen otro remedio que trabajar mucho y los que no tienen
trabajo. Las rutinas también matan.
Fuente: Blog del Profesor Argandoña
4 comentarios :
Yo no estoy de acuerdo con que sea una práctica rentable como dice el artículo, quizás al principio sí, pero si se trata de un trabajador, bueno, voluntarioso, responsable... (que imagino que el trabajador que haga esto tendrá estas cualidades), a la empresa le interesa cuidarlo y mantenerlo por muchos años dentro de la organización, ya que hoy en día está de moda eso de practicar la ley del mínimo esfuerzo.
Yo desde luego me preocuparía de cuidar a este tipo de trabajadores fieles y comprometidos con la empresa porque bajo mi punto de vista son los que interesan a la organización.
Mónica González Sánchez-Pascuala
Estudiante UAH Mark.Serv.
Me parece una entrada muy interesante, sobretodo porque es un tema que nos toca muy de cerca, ya que, pronto nos incorporaremos al mercado de trabajo.
Desde el punto de vista del trabajador, debido a la falta de oferta de puestos de trabajo, hace que en ocasiones aunque nos sobrecarguen de trabajo en las empresas no decimos que no por el miedo a perder el puesto, o simplemente consideramos que vale la pena sacrificarse los primeros años porque luego se nos verá recompensado en el futuro con un buen puesto de trabajo.
Desde el punto de vista de la empresa, considero que si que le es rentable este tipo de prácticas pero hasta cierto punto, porque no sera igual de eficiente un trabajador que acuda cada mañana a la empresa contento porque está agusto con el ambiente de trabajo y con sus tareas que un trabajador que vaya extresado y nervioso por el día que le espera.
Arantxa Alonso Párraga
Alumna Marketing de Servicios
El artículo habla de si después de los primeros años se puede "desaprender", pero de otro aspecto que yo me he dado cuenta, es que cuando te quedas en el trabajo por que quieres que tengan una buena consideración de ti y quieres que cuando salgas por la puerta todo se quedo hecho, por supuesto tienes que quedarte una hora o unas cuantas horas más de lo que te corresponde, el día que te tienes que ir y tienes que dejar algo, ya has creado una rutina, digamos que te has creado una obligación. Y entonces tu jefe no se fija en el montón de días que te has quedado, si no en que hoy dejas algo a medias. A mí me ha pasado.
Y cuando miro a mi jefa que tiene dos hijos y trabaja de 9 de la mañana a 8 de la tarde; pienso en ellos y también pienso en que clase de sociedad estamos creando. ¿cómo serán esos niños el día de mañana?
Estoy de acuerdo en parte con lo dicho por Mónica. La práctica más rentable para las empresas sería cuidar de sus empleados más valiosos.
Pero lo que sucede en estos momentos, y esa es la pena, es que las empresas tienen que actuar en base a negocios a muy corto plazo y lo que hacen es tender a explotar a sus empleados, a someterles a frenéticas jornadas de trabajo, recompensándoles por unas metas u objetivos casi imposibles de alcanzar, y dejando un lado a la persona en sí. Además, con los tiempos que corren, que muchísimas personas tienen el miedo en el cuerpo por perder su puesto de trabajo, piensan que esos esfuerzos que hacen serán un motivo más para permanecer en su puesto, razón que puede ser cierta, pero que a larga sólo les creará problemas, desembocando en situaciones extremas como la de este artículo.
Mauro Galán Leonardo, alumno de Marketing TIC, UAH
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