¿Os habéis fijado alguna vez en cómo actúan o reaccionan los niños ante diferentes circunstancias de la
vida? ¿Creéis que nosotros “adultos” reaccionaríamos de la misma manera?
Es evidente que en la mayoría de las ocasiones no lo
hacemos ya que nuestras acciones están carentes de actitudes y comportamientos que sí que tienen los niños, como
las ganas de aprender de manera
continua, el incansable entusiasmo y felicidad que demuestran al realizar cualquier
actividad o cómo lo celebran
cuando consiguen cualquier objetivo que
se habían planteado por muy simple que pueda parecer, por ejemplo “meter un
gol” o “dibujar sin salirse de los márgenes” o la gran creatividad que demuestran al jugar, construyendo e
imaginando soluciones fantásticas.
Pero ¿Qué ocurre con estas y otras habilidades que tienen todos los niños de forma innata cuando llegan a la edad adulta? Pues que directamente se desvanecen o se dejan adormiladas ya que consideramos que no son “correctas” en el mundo de los mayores.
Presentación del libro en Radio Intereconomía
A medida que los
niños empiezan a crecer, desarrollan una serie de filtros que matan
estas habilidades innatas, filtros desarrollados en gran parte por el
entorno en el que los niños no ven reflejados sus propios comportamientos,
replanteándose sus actuaciones y tratando de imitar a sus mayores, lo
que parece que significa que no pueden ser creativos, apasionados, divertidos,
curiosos o imaginativos.
Parece que estas habilidades y
comportamientos no sirven o no tienen aplicación en el mundo real, pero
¿realmente es así? ¿No os gustaría estar rodeados de personas creativas,
imaginativas, ilusionadas o curiosas?
Y en las
organizaciones, ¿Creéis que estas habilidades que teníamos cuando éramos niños
no serían de utilidad? Yo creo que precisamente es esta
falta de habilidades las que provocan una gran parte de los problemas de
las organizaciones como su falta de innovación, su visión lineal
y cortoplacista, su clima derrotista, su falta de pasión y
autoconfianza para alcanzar objetivos, el ponerse límites antes de
intentar realizar nuevos retos y sobre todo la apatía y la falta de
felicidad y entusiasmo en cada una de las actividades que se desarrollan.
Pues si
queréis descubrir cómo recuperar estas habilidades que nos potenciarán como personas y
como profesionales, José
Miguel Sánchez, nos da las claves para poder conseguirlo.
José Miguel en su libro “Poderoso como un niño” se cuenta la historia de un director general que ha descubierto que su trabajo
se ha convertido en una carga, del que no disfruta y no sabe cómo salir de esta
situación, personaje con el que os sentiréis identificados, y que
gracias a la ayuda de un mentor (antigua
profesora de la universidad), podrá descubrir las principales claves que le ayudarán a
replantearse sus actuaciones y volver a recuperar las habilidades que tenía cuando era un niño y que
puede ver en sus propios hijos.
El libro se centra en 12 aspectos fundamentales con los que podremos aumentar
nuestro valor y el de nuestras organizaciones, que son:
- El compromiso
- La pasión
- La comunicación
- La confianza
- La solidaridad
- La capacidad de interrelación
- La gestión del error
- La capacidad para aprender
- La creatividad e innovación
- El lenguaje victima
- El miedo a asumir riesgos
- Y por último la celebración
El autor
habla de “resetearnos” como la forma en la cual nos olvidemos de
los malos hábitos y podamos recuperar las conductas y comportamientos que
teníamos en el pasado y que
nos ayudarán a crecer, por lo que si
queréis saber cómo hallar el camino a recorrer para recuperarlas nuevamente y volver a ser “poderosos como un niño” tendréis que leer este libro.
Ojala
seamos muchos los que leamos e interioricemos los beneficios de recuperar nuestras habilidades
perdidas y podamos crecer como profesionales y también como personas.
Fuente: El blog de José Luis Pascual. José Luis es Consultor Experto en Desarrollo
Organizativo y Gestión de RR.HH.
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