No es
necesario que Facebook
manipule lo que se ven en los feeds de noticias, como hizo
hace un tiempo, para que las redes sociales hagan a los ciudadanos menos
felices. Puede que Facebook determinara que si aumentaban las noticias y las
actualizaciones positivas los usuarios serían ellos mismos mucho más positivos
y felices, pero quizás la actualidad (no tan positiva y feliz) hace que
conseguir ese efecto sea más complicado. Los últimos estudios siguen la línea
de otros anteriores y confirman una única cosa: las redes sociales nos hacen más infelices.
Un estudio de la universidad de Michigan
señalaba hace unos meses que Facebook no
era un sustituto de la soledad. Otro de la de Queensland apuntaba que las actualizaciones en la red social
impactaban en nuestra autoestima. Y otro de la de Utah que cuanto más tiempo pasas viendo las últimas
actualizaciones más deprimido te sientes. El último, firmado por dos expertos
italianos, apunta que las redes sociales
impactan sobre nuestra percepción de la sociedad y nuestra confianza en ella.
Las redes
sociales horadan la confianza que los individuos tienen en el buen
funcionamiento de la sociedad. De entrada, los ciudadanos confían – o
tienden a hacerlo – en que los demás, es decir, la sociedad en conjunto, está
formada por – simplificando- buenas personas. Los demás miembros de la sociedad
son elementos benignos (nadie va a desearle el mal a nadie) y dignos de
confianza. Es lo que en inglés se conoce como ‘social trust’ y en castellano
podría ser la confianza social. Las redes sociales, según las conclusiones
del estudio italiano, minan esa sensación.
Para alcanzar esas conclusiones, los estudiosos
han analizado el impacto que las redes sociales tienen en un importante volumen
de personas (50.000 personas han sido analizadas en este estudio, teniendo en cuenta varias variantes como
situación familiar o riqueza personal).
¿Qué es lo que hace que Facebook o Twitter dinamiten
lo que los ciudadanos creen sobre la sociedad? La culpa la tiene la violencia.
Internet ha abierto la puerta a un cambio de reglas del juego. Hacer
comentarios gratuitos y violentos es muy sencillo, y si no que se lo digan a
los anónimos trolls, por lo que de pronto los
individuos han chocado cara a cara con una situación mucho menos positiva que
la que esperaban. Internet ha eliminado
ciertas reglas de cortesía que existían en las interacciones entre individuos y
ha permitido que las opiniones se expresen de entrada de forma violenta y
agresiva.
”Cuando los desconocidos violan las normas
sociales interpersonales y se comportan de forma agresiva en entornos online,
la gente reacciona como si esas agresiones y esas ofensas se hubiesen realizado
en la vida real”, señalan los expertos. Para quienes lo reciben esto genera estrés y ansiedad y, al final, hace
que la desconfianza frente a los demás aumente.
Pero, además, los internautas no son ellos mismos, como muchos creen, en las redes
sociales, ya que no se manifiestan siempre según lo que ellos creen si el
entorno no es el adecuado.
Fuente: benjalink
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