Mucha gente piensa en el marketing como en una oscura
técnica de persuasión; y, aplicada al cine, como una forma bastarda de vender
al gran público lo que no alcanza a ser arte. Esa gente piensa que el buen cine
se vende por sí mismo. Pero esta creencia, un tanto ingenua, se olvida de que
una película sólo alcanza el reconocimiento de sus méritos si posee la
suficiente vitalidad y empuje. Si el film se malogra, por su mala presentación,
por falta de recursos o por una distribución equivocada, nunca logrará cautivar
a un público numeroso. Y ésa es la finalidad del marketing desde que el film
termina su rodaje.
Cuando
termina el rodaje de la película, empieza la verdadera campaña de lanzamiento: se
preparan los consabidos trailers, los
showreels, los spots para televisión;
y también los carteles, folletos y anuncios para la prensa. Pero mucho antes de
que la película esté terminada, se inician las gestiones para poder incluirla
en el mayor número posible de premios y festivales cinematográficos. Esos
certámenes suponen la presentación en sociedad del film: el momento más crítico
y delicado, donde se juega gran parte de su futuro.
Las
opiniones favorables de los cineastas, la buena acogida del público y, sobre
todo, las críticas elogiosas en la prensa internacional pueden hacer que una
película antes desconocida pase a ser uno de los grandes bombazos del año.
Aunque el artículo es de hace años, vale la pena seguir leyendo el artículo (septiembre 1996) completo de Aceprensa...
Aunque el artículo es de hace años, vale la pena seguir leyendo el artículo (septiembre 1996) completo de Aceprensa...
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