La digitalización de los
contenidos (fotografías, música, vídeos, libros) ha permitido a mucha gente
darse cuenta de que a menudo lo que queremos no es el disco en sí, sino la
música que está grabada en él (quizá en forma de MP3). Con servicios como Spotify se ha
visto que no es necesario poseer aquella canción que sólo escucharás cuatro o
cinco veces. Mientras podamos acceder cuando lo necesitemos, estaremos
satisfechos.
Con la reciente crisis
económica, esta tendencia de poseer menos se ha extendido y ha llegado al ámbito
de los bienes materiales (para que quieres comprar un taladro que sólo usarás
durante 15 minutos en toda su vida o un coche que se pasa el 90% del tiempo
aparcado?). La
gente presta mucha atención al gastar el dinero y observa qué tipo de
retribución, en cuanto a felicidad o necesidad cubierta, consiguen.
Consumo Colaborativo, Economía de la Colaboración o Economía del Acceso
son algunos de los términos utilizados para describir este movimiento donde el
acceso prima frente a la propiedad. El Consumo Colaborativo se puede
definir como la manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar,
alquilar y regalar redefinida a través de la tecnología moderna y las
comunidades. Los
críticos argumentan que el movimiento del Consumo Colaborativo basado en compartir / dejar / alquilar no es ningún
invento nuevo y se trata simplemente de marketing. Las principales voces
que defienden el Consumo Colaborativo no han dejado nunca de reconocer que no
se trata de ninguna idea nueva pero que la
tecnología actual permite hacer que el servicio sea mucho más eficiente y
escalable.
Utilizando
palabras de Rachael Botsman y Roo Rogers: “Ahora vivimos en un mundo
global donde podemos imitar los intercambios que antes tenían lugar cara a
cara, pero a una escala y de una manera que nunca habían sido posibles. La
eficiencia de Internet, combinada con la capacidad crear confianza entre
extraños ha creado un mercado de intercambios eficientes entre productor y
consumidor, prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, sin
intermediarios”.
La
lista de ejemplos no para de crecer. Vamos recopilando bastantes de ellos en el
directorio de proyectos de consumo colaborativo.
El
libro “What ‘s Mine Is Yours: The Riseof Collaborative Consumption” es el texto de referencia para el Consumo
Colaborativo. En el libro y artículos relacionados, los autores organizan la
amplia selección de ejemplos en tres sistemas:
SISTEMAS BASADOS EN PRODUCTO.
Pagar por el beneficio de utilizar un producto sin la necesidad de adquirirlo.
Se transforma a las industrias tradicionales basadas en modelos de propiedad
privada individual (ej. compartir coche y alquiler P2P de coches entre
usuarios). Estos sistemas atraen cada vez a un mayor número de usuarios y el Bicing sería un ejemplo.
MERCADOS DE REDISTRIBUCIÓN.
Redistribuir los bienes usados o adquiridos de donde ya no se necesitan hacia
algún lugar o alguien que sí los necesita (ej. Mercados de intercambio y de
segunda mano). En algunos mercados los productos pueden ser gratuitos (No Lo Tiro), en otros se intercambian (Grownies, para ropa de niños) o se
venden (eBay). Con el tiempo,
Redistribuir puede convertirse en la quinta “R”, junto con Reducir, Reutilizar,
Reciclar y Reparar.
ESTILOS DE VIDA COLABORATIVOS.
No sólo se pueden compartir o intercambiar bienes materiales. Gente con
intereses comunes se están juntando para compartir e intercambiar bienes menos
tangibles como tiempo, espacio, habilidades y dinero (ej. préstamos entre
particulares). Estos intercambios tienen lugar principalmente a nivel local o
de barrio, donde se comparten espacios para trabajar (Coworking Barcelona), cultivar (Huertos Compartidos), la wifi (Fon)
o se presta de dinero entre particulares (Comunitae).
A nivel más global, tenemos alquiler de habitaciones a viajeros (Airbnb) o simplemente dejar dormir a la
gente en tu casa (Couchsurfing).
Fuente: Web de Consumo Colaborativo
Fuente: Web de Consumo Colaborativo
Ver "Últimas tendencias en el Consumo Colaborativo", "10 consejos para una Navidad de Consumo Colaborativo"
2 comentarios :
Partiendo de lo absurdo que es el planteamiento de la sociedad capitalista (consumo infinito en un espacio finito y con recursos finitos), la redistribución me resulta una solución genial.
Los bienes usados, siempre que sigan en buen estado, pueden ser útiles a otras personas. Esto es así desde que el mundo es mundo, y no solo suponen una reducción del gasto innecesario de recursos, sino que su distribución es en si mismo un negocio de servicio que se puede explotar.
Afortunadamente la tecnología facilita la distribución de información, contenidos y cultura hasta extremos que hace poco menos de 3 décadas serian considerados brujería. Utilizando los avances tecnológicos, (que es en si uno de los objetivos que la humanidad debería tener como especie, si en algo nos queremos diferenciar de los monos peleando por su territorio) podemos facilitar el consumo colectivo, la redistribución y reducimos de paso el gasto innecesario. En una antigua empresa en la que trabaje tenían un cartel que rezaba algo así como: "Economizar no es gastar menos, es gastar mejor".
Hay incluso empresas que han sabido utilizarlo para obtener ventaja competitiva ante sus rivales como es el caso de Sony con sus juegos de segunda mano en PS4 que hicieron modificar toda la estrategia de activación de juegos de Microsoft con su Xbox ONE: https://www.youtube.com/watch?v=kWSIFh8ICaA
Estoy completamente de acuerdo con lo que ha escrito el General Failure. Antes, pretendíamos crear una sociedad de consumo irracional, dónde no sabíamos distinguir entre los productos de primera necesidad con los que realmente necesitábamos nosotros en nuestro uso habitual, es decir, gastábamos sin pensar en el largo plazo. Era el "ahora o nunca". Sin embargo, hoy en día la sociedad está cambiando sus hábitos (¡y menos mal!) ya sea por el contexto económico que atravesamos como por los cambios de necesidades... creo que las personas ahora piensas mucho antes de realizar una compra, comparan el mismo producto en diferentes establecimientos y si pueden, lo alquilan (en el caso de las tecnologías, videojuegos, etc) o comparten (el caso de blablacar, para viajar o también "compartetren" para compartir mesa de AVE). La satisfacción del consumidor va a ser la misma o mayor si sabe que el desembolso que exige esa compra va a ser menor de lo habitual.
Estas alternativas siguen creciendo, por ejemplo la página Airbnb para apartamentos en diferentes lugares del mundo, poder disfrutar de una ciudad sin gastarse un dineral en un hotel o bien, couchsurfing dónde te acogen gratuitamente los días que quieras en el sillón de su casa...
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