No es casualidad que su banco se presente ante usted como el
más digital, tecnológico e innovador. No se extrañe si en vez de un crédito o un depósito le
sugieren que se descargue la última aplicación para consultar sus cuentas,
hacer transferencias o incluso contratar productos. No se sorprenda si escucha
a algún alto ejecutivo de una entidad financiera hablar de software en vez de
calidad crediticia. De Big Data en lugar de margen de intereses.
El inicio de transformación
digital de la economía cogió al sector financiero con el pie cambiado, en medio
de una profunda crisis de solvencia que obligó a dedicar todos los esfuerzos a
una mera cuestión de supervivencia. Ganar capital se antojaba imprescindible
para competir en la nueva era post crisis en la
que el negocio bancario tiene algo de viejo -al fin y al cabo el crédito sigue
siendo el gran generador de ingresos- y mucho de nuevo.
El campo de batalla donde se
disputan los clientes ya no son las sucursales, sino el mundo virtual. Las
grandes empresas tecnológicas como Google, Apple, Amazon o Facebook comienzan a
ofrecer servicios financieros, principalmente relacionados con los medios de
pago, que conducen a un inevitable proceso de desintermediación financiera en el
que las entidades ya no tienen la exclusividad del negocio. Para el consejero
delegado de Sabadell, Jaime Guardiola, las grandes compañías digitales se han
convertido en "un competidor singular" que "han conseguido
entrar en el mercado haciendo la experiencias de los clientes mejores y más
confortables". "Esto nos estimula para ser mejores", añade.
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