Para algunos fue la prueba definitiva de la esfericidad de la Tierra. En octubre de 2012, Felix Baumgartner ascendió más de 36.000 metros en la atmósfera (desde allí se veía la curvatura del planeta contra el negro infinito del cosmos) y se arrojó al vacío. El viaje hasta la superficie fue turbulento y nos tuvo con el corazón en un puño, pero finalmente llegó sano y salvo al suelo. Ese hombre era un héroe. Para los que lo siguieron en directo, esta experiencia fue una especie de hermana pequeña de la llegada del hombre a la Luna. ¿Pero se imaginan a Neil Armstrong haciendo publicidad? Pues en este caso algo había. El logo de la compañía de bebidas energética Red Bull estaba muy presente y esta empresa, de hecho, había organizado la hazaña. 170 millones de personas lo vieron en todo el planeta y su valor publicitario fue de 1.000 millones de dólares.
Un ejemplo algo extremo de cómo
la publicidad actual va más allá del anuncio tradicional en cualquier formato.
Utiliza los crecientes canales que ofrece la tecnología ante un público cada
vez más distraído en infinidad de estímulos constantes. Cada vez tenemos más
callo. ¿Las técnicas para alcanzar al consumidor? Branded content, product placement, campañas virales, eventos, flashmob, uso de influencers,
marketing olfativo, el recurso a las tecnologías de última generación que,
eso sí, parece que no acaban con la publicidad tradicional, sino que la
complementan. En 2013, según un informe de Infoadex, la inversión nacional en publicidad convencional
(publicaciones, exteriores, páginas web…) fue de 4.261 millones de euros,
mientras que en no convencional fue de 6.200.
Continúa leyendo el reportaje de El País: "Si eres publicista, tendrás que atacar por tierra, mar y aire"
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