Jerry era director de un restaurante en
una pequeña ciudad de Estados Unidos. Siempre estaba de buen humor y
tenía algo positivo que decir. Era un motivador
nato. Por dos veces, cuando cambió de trabajo, varios de sus empleados se
empeñaron en seguirle a donde él fuera a trabajar.
Su manera de ser provocó mi curiosidad,
así que un día le pregunté: «No me lo explico. No se puede
ser positivo siempre, sin interrupción. ¿Cómo lo haces?». Jerry me contestó: «Cada mañana me
levanto y me digo, tengo dos opciones, puedo elegir estar de buen humor o de
mal humor. Y siempre elijo estar de buen humor. Cada vez que ocurre algo malo,
puedo elegir entre el papel de víctima o el de aprender algo de aquello. Y
procuro elegir lo de aprender algo. Cada vez que le oigo a alguien quejarse,
puedo elegir entre sumarme a sus lamentos o fijarme en el lado positivo de la
vida, y siempre escojo lo segundo.»
«Pero no siempre
es tan fácil», protesté. «Tampoco es tan difícil», contestó Jerry. «La vida es una
elección constante. Cada situación es una elección. Eliges cómo reaccionar ante
las situaciones. Eliges cómo va a afectar la gente a tu humor. Eliges estar de
buen o de mal humor. Es
elección tuya decidir cómo vives tu vida.»
Tiempo después, Jerry fue víctima de un
atraco. Había olvidado cerrar con llave la puerta trasera del restaurante
mientras hacía el balance de caja del día, y entraron dos hombres armados.
Trató de abrir la caja fuerte, pero con el nerviosismo fallaba la combinación.
Los atracadores se pusieron más nerviosos aún que él, y acabaron por dispararle... Vi a Jerry unos meses después, cuando se había
restablecido. Le pregunté qué le había venido a la mente cuando ocurrió el
atraco. «La primera cosa en que pensé es que debía haber cerrado bien
la puerta. Luego, después de que me disparasen, cuando estaba tendido en el
suelo, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir, o podía elegir morir.
Y escogí vivir.»
«Los camilleros
eran unos tíos simpáticos. Me animaban. Me decían que me iba a poner bien. Pero
cuando me metieron en la sala de urgencias y vi las caras de los médicos y
enfermeras, mientras me exploraban, me asusté realmente. En sus ojos se leía "es hombre
muerto". Entonces vi que tenía que pasar a la acción.»
«¿Qué hiciste?», pregunté. «Bueno, había una enfermera que
me preguntaba a gritos si era alérgico a algo. "¡Sí!", le contesté.
Se hizo un silencio grande. Esperaban que continuara. Yo cogí aire y dije: "Sí, tengo alergia... ¡a las
balas!". Después de las risas de todos, les dije: "Quiero vivir.
Así que, por favor, opérenme cuanto antes".»
Jerry piensa que vivió gracias a los
médicos y enfermeras, y yo pienso que fue gracias a su actitud. Aprendí de él
que cada día puedes
elegir si vas a encarar la vida con ganas o te vas a amargar. La única cosa enteramente tuya, que nadie puede controlar o
asumir en tu lugar, es tu actitud. De modo que si te das cuenta de esto, todo
lo demás de la vida se hace bastante más fácil.
La historia de Jerry concluye aquí. Es
quizá un tanto simple, pero apunta una idea importante. Todos conocemos
personas que, con su sola presencia, irradian sentido positivo. Su actitud es
optimista, animosa, esperanzada. Poseen como una especie de campo magnético que orienta los de los que le
rodean, que quizá son más débiles o más negativos. Son
desactivadores de crispaciones y rencillas. Cuando afrontan una situación
difícil, suelen ser serenos, conciliadores, armonizadores.
Suelen ser personas que han conseguido
aprender de sus propias experiencias, tanto de las negativas como de las
positivas. Creen en los demás. Procuran no etiquetar ni prejuzgar a la gente,
sino descubrir los valores positivos que hay en toda persona. Despiertan
agradecimiento y gratitud. No son envidiosas. Son agradecidas. Tienden, de forma casi natural, a
perdonar y olvidar las ofensas que reciben.
Buscan el modo de mejorar su formación. Leen, escuchan, poseen afán de conocer
cosas, les interesa lo que interesa a quienes le rodean. En fin, toda una
actitud digna de imitar en nuestra vida. (Alfonso Aguiló, Conoze)
Fuente: Publicidad y Cine con valores
1 comentario :
Este tipo de personas son las que todo empresario querría para su empresa, puesto que son personas que unen al grupo de trabajo, que hacer que haya buen ambiente de trabajo, que ayudan a sus compañeros y crean "piña"... son muy buenos líderes.
A mí personalmente, me encantaría poder ser así, pero en la forma de ser de cada uno intervienen muchos factores y creo que es inevitable que cuando alguien te está diciendo algo que no te gusta te enfades, es que eso es un sentimiento que te sale de dentro y que yo creo que ninguna persona es capaz de controlar.
Si que hay verdad que hay personas más optimistas que otras, pero en algún momento es inevitable sentirse triste, enfadado, irritado... es que además este tipo de sentimientos aunque no nos guste también forman parte de la vida y si no fuese así tendríamos una vida aburrida en la que todo nos daría igual.
Mónica González Sánchez-Pascuala.
Mark. Serv. UAH
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