Marketing y Servicios: El arte de hablar en público

lunes, 23 de marzo de 2015

El arte de hablar en público


Una cosa es hablar, y otra bien distinta, comunicar. Lo primero puede hacerlo cualquiera, pero lo segundo tan sólo está al alcance de quienes saben por qué y para qué se dirigen a otras personas. En palabras del filósofo griego Platón (427-347 antes de Cristo), "el sabio habla porque tiene algo que decir; el tonto, porque tiene que decir algo".
En el ámbito de la empresa, "aunque cada vez se tiene más en cuenta el impacto que tiene la oratoria para cohesionar equipos e inspirar valores, la comunicación no se cuida lo suficiente", sostiene el periodista Manuel Campo Vidal, director del Instituto de Comunicación Empresarial, especializado en potenciar las habilidades comunicativas de los directivos. En su opinión, "comunicar adecuadamente crea puentes que permiten conectar con las personas que te rodean y escuchan".
Y si bien "hay líderes que cuentan con un carisma innato y cierta facilidad para el uso de la palabra, hablar en público es un arte que puede aprenderse rápidamente", reconoce. Tan sólo se necesita "ganas de enfrentarse a uno mismo, a sus miedos e inseguridades", así como "profundidad para construir un discurso propio". No en vano, "para que los demás te crean y confíen en ti, primero tienes que creer y confiar en ti mismo", concluye Campo Vidal.
Lo curioso de la comunicación es que "lo más importante no es lo que se dice, sino cómo se dice", afirma Emma de Llanos, directora del departamento de dirección de personas de EADA, que imparte cursos para hablar en público. A su juicio, "el significado de las palabras viene determinado por la persona que escucha y no por la que habla". Por eso "no hay que obsesionarse con el discurso y sí evitar a toda costa la lectura monótona de un comunicado", añade De Llanos.
Lo cierto es que sólo el 7% de la comunicación entre dos personas se realiza mediante "las palabras", según reconocidas investigaciones universitarias. El 38% se transmite a través de "la voz y la forma en la que se habla", y el 55% restante, por medio del "lenguaje corporal", que incluye "los gestos, las posturas, el movimiento de los ojos y la respiración".
Centrarse en el auditorio
Dado que el auditorio se fija más "en la forma que en el contenido", De Llanos recomienda al orador que "atienda, observe y detecte las sutiles reacciones del público, de manera que sepa cómo conectar emocionalmente con él". A su juicio, "es fundamental utilizar el entretenimiento como medio para trasladar el mensaje subyacente". De ahí que aconseje no alargarse más de 45 minutos y "utilizar anécdotas, experiencias personales o ejemplos cotidianos para conquistar el interés de los demás".
En orden a transmitir claramente el mensaje, esta experta también recomienda que "los líderes comiencen el discurso diciendo lo que van a decir, luego lo digan y finalmente terminen su intervención recordando lo que acaban de decir". Entre otras cualidades necesarias para llegar a ser un gran orador, es decir, uno que "conecta y convence a través de un discurso que da gusto escuchar", De Llanos destaca "la autenticidad -creer en lo que se dice- y el entusiasmo, que consiste en disfrutar diciéndolo".
Éste es precisamente el perfil del senador norteamericano y candidato demócrata Barack Obama. "Más allá del cinismo imperante, este político ha sabido conectar con la necesidad de confianza y esperanza que reside en gran parte de los ciudadanos americanos, ávidos de un cambio en la forma de liderar ese país", apunta Douglas McEncroe, director de la consultora Douglas McEncroe y Asociados, especializada en desarrollo de liderazgo para directivos. Y concluye: "El éxito de su discurso es su ya famoso 'Yes we can!". 
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