Las
personas hacen la diferencia en la empresa. Antes que las operaciones, las
tecnologías o cualquier elemento del proceso de producción, las personas son
quienes marcan las pautas, establecen el camino, toman las decisiones y las
ejecutan. Por eso, sostengo que las personas son la principal fuente de ventaja competitiva en cualquier industria o actividad económica. Es necesario rodearse de los mejores,
formar a los empleados, motivar a los equipos, ilusionar con la aceptación de
nuevas ideas y propuestas, desafiar a los jóvenes a innovar mediante el uso
intensivo de las tecnologías y crear espacios de comunicación horizontal. Solo
así las personas se implicarán en cada una de las fases de creación, gestión y
administración de las organizaciones.
En este contexto, la captación de talento y el desarrollo
de las personas, esto es, el capital humano de la organización tiene que formar
parte del núcleo de decisiones del emprendedor y del directivo. El equipo
humano que conforma una empresa es decisivo en el proceso de diferenciación.
Junto a las habilidades individuales, las personas traen consigo sus propias habilidades
sociales que generan el capital social de la compañía. Sin capital social, el
emprendedor está perdido. Es más, el capital es lo que da sentido a la marca
personal en el entorno digital.
La lectura del Plan Estratégico de Internacionalización
de la Economía Española 2014-2015 nos deja una idea clara. Hay que redefinir y
transformar las magnitudes de las empresas. Las pymes españolas y el tejido
económico e industrial serán sostenibles cuando inviertan más en I+D, naturalicen la internacionalización
y adquieran más tamaño. El capital humano es clave en este proceso. Lo
hemos repetido en alguna ocasión: el nuevo entorno estratégico es abierto,
global, digital y transparente. Necesitamos personas y directivos que sean
capaces de crear nuevas estrategias (recursos, procesos y valores) y liderar el
cambio (tomar decisiones). El capital humano en la economía global
pivota sobre la necesidad de abrazar la transformación digital, comprender la
globalización y navegar en la incertidumbre.
En el nuevo entorno, necesitamos identificar qué nuevas competencias serán necesarias para la sostenibilidad del negocio, de
modo que se combinen las habilidades duras (formación previa, conocimiento del
negocio, aptitudes) y las blandas (personalidad, motivación o valores). Apunto cuatro dimensiones que
conforman esas competencias del talento internacional.
La diversidad.
En la gestión internacional, la diversidad consiste en la creación de equipos
con diferentes perspectivas y experiencias, que sepan reducir los conflictos
interculturales y contribuyan al éxito de la experiencia internacional. Talengo ha enumerado ocho situaciones en las que la diversidad será un
puntal de crecimiento. En cualquiera de estos casos, la diversidad consiste en
mirar más allá del pasaporte y apostar por diferentes trayectorias
profesionales, orígenes o expectativas. En la economía global, la
homogeneización del capital humano disminuye su capacidad de innovación.
El cambio cultural. La globalización no consiste en viajar a Londres una vez al año,
como tampoco es la participación en una misión comercial de forma puntual. El
mercado es global, así como los clientes, los productores y los distribuidores.
Tenemos que dotarnos de herramientas para estar presentes en un número
creciente de países, ciudades y bloques comerciales. Será esencial para la
supervivencia de la empresa. La movilidad geográfica y la mudanza formarán
parte de nuestra biografía.
El conocimiento para la internacionalización. Los estudios universitarios, los MBA o los cursos de
formación profesional serán el primer requisito para la incorporación al
mercado laboral. Pero ninguno de esos programas será definitivo. El talento
internacional requiere el aprendizaje continuo para la adquisición de
competencias. Se presupone cierto conocimiento del derecho mercantil, comercio
exterior o manejo de idiomas, pero habrá que incluir más: alfabetización
digital, gestión de la diversidad, tolerancia al estrés, manejo de situaciones
de crisis, entre otras. Por eso, habrá que apostar por MOOC (Masive Open Online Course), seminarios, asistencia a
cursos y otras soluciones educativas adecuadas.
La visión global.
Tres competencias sostienen la visión global. La comprensión del entorno
digital y de las repercusiones que las transformaciones tienen en la industria
o actividad económica particular. El segundo es el pensamiento crítico, esto
es, la capacidad de huir de las modas y comprender las verdaderas magnitudes
del cambio en el proceso de internacionalización. El tercer punto es la
globalización. Este conocimiento contextual estará en la agenda del capital
humano.
En suma, el capital humano en el proceso de
internacionalización será sustantivo en el crecimiento de las pymes en los
próximos cinco años. Requiere una inversión a largo plazo, el establecimiento
de redes profesionales sólidas, la promoción de los propios empleados para
viajar y abrir nuevos mercados, así como la captación de talento. Suerte en tu
viaje.
Fuente: Con Tu Negocio
1 comentario :
Como ya se ha mencionado en artículos anteriores,el hecho de que las empresas españolas inviertan pocos recursos en la formación del capital humano hace que aquellas personas con un grado de formacion elevado busquen ofertas de trabajo en paises extranjeros.La solución es fijarse en lo que hacen paises como Inglaterra,Alemania o EE UU que con la misma estructura empresarial son capaces de invertir una proporcion mas equitativa a nivel humano y empresarial,y esa es sin duda,una de las claves de su posición económica en el mercado mundial.
David Azulay Torres
Alumno de marketing de servicios UAH.
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