Siguiendo el fenomenal ejemplo propuesto por Brian
Chesky, fundador y CEO de Airbnb, en Estados Unidos existen aproximadamente
unos 80 millones de taladros domésticos, cada uno de los cuales tiene un uso
medio de unos 13 minutos a lo largo de su vida útil. Siendo esto así,
¿realmente necesitamos tener un taladro en propiedad? ¿no resultaría
económicamente más rentable pagar por su uso cuando realmente necesitemos ese
utensilio? ¿Y si trasladamos lo anterior al campo de la movilidad? Un coche se
pasa de media más de un 95% de su tiempo estacionado. Sólo en España existen
29 millones de coches, de los cuales 5 millones apenas salen del garaje.
Adicionalmente, en España se calculan unos 100 millones de asientos de coche
vacíos al día. ¿Estamos siendo realmente eficientes en la asignación de los
recursos existentes y en el respeto al medio ambiente?
La respuesta es no. O eso, al menos, es lo que han
entendido los millones de usuarios que participan a diario en la economía
colaborativa, ese nuevo y disruptivo modelo económico que amenaza con un cambio
de era, igual que en su día lo hicieron las redes sociales, y que tiene como
denominador común la compartición entre iguales de bienes infrautilizados o
la prestación de servicios de pequeño valor económico, apoyándose para ello
en Internet y las nuevas tecnologías.
Las cifras de este fenómeno son sencillamente
abrumadoras. Cada mes más de un millón de viajeros se alojan en casas y
apartamentos de otros particulares utilizando la plataforma Airbnb. A un
usuario le sobra una habitación en su casa y la ofrece a través de la
plataforma a cambio de una pequeña remuneración. Ya no es la gran cadena
hotelera la que ofrece el alojamiento, sino un par, un igual. La experiencia es
sencillamente distinta. La empresa, con origen en San Francisco, maneja en la
actualidad más de 650.000 espacios en más de 34.000 ciudades, un volumen de
alojamiento similar a cadenas hoteleras históricas como Intercontinental o
Hilton. En España, el estudio "Tendencias del consumo colaborativo en España", publicado por Avancar, revela que el 76% de la población ha
alquilado o compartido algún bien o servicio en algún momento de su vida.
Lo
que es más, nuestro país es el tercero más solicitado en el mundo por los
usuarios de Airbnb como destino vacacional.
Pero no sólo los usuarios veneran la nueva economía
disruptiva. También los que se juegan su dinero, los inversores, abrazan las
bondades del consumo colaborativo. Blablacar levantó en 2014 la friolera de
100 millones de dólares en su última ronda de inversión. 450 y 1.200
millones de dólares fueron las cantidades que, respectivamente, obtuvieron
Airbnb y Uber. En términos de mercado, las cifras son igualmente
asombrosas. Airbnb, una empresa fundada apenas en 2.008, tiene una valoración
de más de 10.000 millones de dólares, mientras que Uber, la compañía denostada
por el taxi tradicional y de la que Google es principal accionista, ha sido
valorada nada más y nada menos que en 45.000 millones de dólares.
¿Pero qué es
realmente la economía colaborativa?
Ver también. "La economía colaborativa se afianza" y "Consumo colaborativo"
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