En una época con
dificultades de empleo, encuentran eco las propuestas para que los estudios
universitarios sean “prácticos” y se orienten al mercado laboral. Pero lo práctico no siempre es lo más útil.
Lo recuerda Peter Cappelli, Director del Center for Human
Resources de la Wharton School, en un artículo publicado
en el Wall Street Journal (10-11-2013) sobre cómo
ayudar a los que van a empezar la universidad a escoger la carrera más
apropiada.
Aunque no pretende hacer una reflexión global sobre el papel de las
humanidades ni sobre cuál sea el objetivo fundamental de la educación, el texto
plantea desde un punto de vista práctico algunas objeciones a la idea, cada vez
más extendida, de que los estudios de
carácter profesional representan el futuro para el sector educativo, y en
concreto el universitario.
La principal idea del artículo es que equivocarse al escoger un grado
demasiado especializado, o demasiado orientado hacia un tipo muy concreto
de trabajo, sale demasiado caro, mientras que acertar puede reportar beneficios
inmediatos, pero no tantos a medio y largo plazo.
En concreto, Cappelli se refiere a que los que se gradúan en uno de estos programas suelen encontrar un primer trabajo en menos tiempo que los graduados en estudios como Humanidades o Artes Liberales; sin embargo, la especialización les hace menos flexibles, con lo que tienen más dificultad para adaptarse a un mercado laboral cambiante. Incluso en el nicho laboral de las tecnologías, que ha producido una auténtica fiebre de grados de carácter profesional en las universidades, el tiempo ha demostrado que existe una gran incertidumbre sobre cuáles serán las “gallinas de los huevos de oro” en el futuro.
En concreto, Cappelli se refiere a que los que se gradúan en uno de estos programas suelen encontrar un primer trabajo en menos tiempo que los graduados en estudios como Humanidades o Artes Liberales; sin embargo, la especialización les hace menos flexibles, con lo que tienen más dificultad para adaptarse a un mercado laboral cambiante. Incluso en el nicho laboral de las tecnologías, que ha producido una auténtica fiebre de grados de carácter profesional en las universidades, el tiempo ha demostrado que existe una gran incertidumbre sobre cuáles serán las “gallinas de los huevos de oro” en el futuro.
Cappelli, que
reconoce la importancia de que existan estudios especializados (sobre todo en
materias muy prácticas), propone incluir en ellos algunos cursos de lógica o de
lengua. Esto aportaría a los alumnos unas competencias –saber razonar y
expresarse– útiles para cualquier persona. También recomienda, en caso de los
que se deciden por una carrera más profesional, retrasar la especialización
todo lo posible, entre otras cosas para poder responder mejor a los movimientos
del mercado. Si no se ve clara la llamada hacia un tipo específico de trabajo
–algo bastante normal a los 18 años–, Cappelli sugiere otra opción, una que no
se tiene suficientemente en cuenta hoy en día: “adquiere una buena formación
general en la universidad, y preocúpate del mercado laboral cuando te gradúes”.
Humanidades para entender el mundo
Mientras que el artículo de Cappelli se limita a recordar
algunos riesgos prácticos de los estudios demasiados especializados, otro
publicado en la revista Quadrant por Kevin Donnelly hace una
reivindicación de lo que denomina la “visión conservadora” de la educación,
como contraria a la “visión utilitarista” que caracteriza a nuestros tiempos.
Donnelly,
director de Education Standards Institute, critica el énfasis en los programas
vocacionales, como si la educación fuera simplemente una fábrica de
trabajadores capacitados. De ahí que se hable tanto de capacidades y tan poco
de conocimientos. Además, señala el autor, este utilitarismo se ha visto
favorecido por otra de las ideas preferidas de la pedagogía moderna: que el
estudiante tiene que ser el centro del currículum y el motor de su propio
aprendizaje. Esto restringe la educación al mundo del alumno, en el que las
preguntas sobre las grandes cuestiones (filosofía) o sobre la humanidad y sus
formas de expresión (historia, artes) no ocupan un lugar predominante. Citando
a T.S. Eliot, Donnelly explica que la educación debe vacunarnos “contra la
tentación de la pura contemporaneidad”.
En el artículo,
se toma como ideal educativo unas palabras del filósofo inglés Michael
Oakeshott: “Conocer la herencia material, emocional, moral e intelectual que
nos ha legado la humanidad; reconocer las variantes del comportamiento humano y
participar en la conversación que han dejado en la historia”. Las humanidades
tienen un papel insustituible en este objetivo. Como señala Donnelly, quien ha
leído tragedias griegas como Medea o Antígona, o las obras de Shakespeare, se
da cuenta de que la naturaleza humana ha cambiado muy poco, y que su
conocimiento es más útil que el de la física o la química, mucho más
cambiantes.
Aunque Donnelly
no le dedica mucho espacio en su artículo, sí menciona la importancia de los
valores en una educación que pretende ser integral. Este punto fue discutido
con mucha más profundidad en unas conferencias dictadas por el propio T.S.
Eliot en 1950 en Chicago. Entre otras cosas, Eliot proponía que para que la
educación sea verdaderamente humana, además de preparar a los alumnos para
ganarse la vida en el futuro o para participar en una sociedad democrática,
debe estar permeada por la enseñanza de valores, y debe plantear la cuestión
religiosa. Otra cosa no se correspondería con una enseñanza verdaderamente
humanística, porque no iluminaría las facetas más identitarias del hombre.
4 comentarios :
Creo que el problema a la hora de orientar la etapa de estudios de los jóvenes viene de un poco antes de la elección de la carrera o formación a realizar, personalmente creo que el bachillerato según está planteado es una pérdida de tiempo y recursos, son dos cursos en los que se invierte todo el esfuerzo para poder aprobar la prueba de acceso a la universidad, y se olvida formar con unos valores y con una educación y formación realmente útil. Se debería de orientar antes a los estudiantes, y adoptar otra estructura para el bachillerato, a mi ni una sola asignatura de las que cursé me ha servido en la universidad . Y mucha gente se acaba equivocando o no encuentra la carrera acertada, se ve en la cantidad de cambios de carrera que se suelen hacer.
Carlos Javier López Achaques
MARKETING TIC. Grado en Sistemas de información. UAH.
Creo que la equivocación o mala elección de los estudios universitarios tiene un coste muy elevado tanto económicamente como en el tiempo y de cara al futuro laboral retrasa mucho la incorporación a la vida laboral. La mala elección puede ser debida a la falta de información que tenemos al elegir la carrera ya que a veces no es lo esperado o nos damos cuenta qué eso no nos gusta. El bachillerato debería estar más enfocado a la obtención de dicha información pues se supone que es la antesala de la carrera universitaria.
La sociedad actual valora mucho la especialización y creo que no sería posible lo que dice Cappelli en este artículo, "adquiere una buena formación general en la universidad, y preocúpate del mercado laboral cuando te gradúes.", pues el mercado laboral te exige nada más acabar la carrera o incluso antes, más conocimientos de los aprendidos durante esta. El mercado laboral quiere especialistas en todo o si hay que elegir en una cosa y no que sepas un poco de todo.
Silvia Castelbón Sanz
Marketing de Servicios. UAH
La mala elección de los estudios de los jovenes actualmente, pienso que viene relacionada con la enseñanza que se da en los institutos, ya que en ese sentido no te informan sobre las posibilidades que se tienen en el futuro, lo que mejor podría adaptarse a tus necesidades según tus preferencias.
Simplemente se empeñaban en que te aprendieras un libro , y sacarás buenas notas, y si no lo hacias ya ibas a ser menos en un futuro.
Que esto pienso que es un error, ya que actualmente se valoran muchos otros factores a parte de las buenas notas.
Para mi opinión pienso que cada uno es libre de escoger lo que mas se identifique con el , lo que piense que le llene y sobre todo con lo que piense que pueda ser feliz en un futuro.
Mónica Valverde Collado
ALUMNA DE MARKETING DE SERVICIOS (UAH).
Estoy completamente de acuerdo con el compañero Carlos Javier Lopez, bajo mi punto de vista bachillerato está orientado única y exclusivamente a preparar al alumno para que apruebe selectividad, y no se centran en que aprendamos algo que nos pueda servir en el futuro, es decir, perdemos dos años de nuestra vida preparando un examen el cual igual suspendemos... no entiendo nada!!.
Además selectividad es una prueba injusta, porque se califican todos los conocimientos adquiridos por el alumno a lo largo de su vida en tres días, por tanto puede pasar de todo, habrá gente que apruebe porque realmente haya adquirido los conocimiento necesarios para entrar a la universidad, habrá gente que apruebe porque haya sido su día de suerte, habrá gente que suspenda porque no tenga los conocimientos mínimos y habrá gente que suspenda porque se le haya dado mal el examen pero creo que porque hayas hecho bien o mal un examen nadie tiene derecho a organizarte tu futuro y es lo que se está haciendo con los jóvenes.
Dependiendo de la nota que saques en el dichoso examen podrás dedicarte a lo que toda tu vida estas soñando o te romperán todas tus ilusiones, después de haber estado 18 años exforzándote ¡¡¡NO HAY DERECHO!!! por ello muchas veces la mala elección no la hacen los alumnos sino que se ven obligados por las normas de evaluación.
Por ejemplo que el año anterior entró mucha gente en magisterio pues este año subimos la nota de corte y así hay menos profesores y así ellos tienen continuamente el control de cuanta gente quieren que estudie una carrera u otra.
Lo que quiero decir con todo esto es que la mala elección en ocasiones es elegida por el alumno, pero en otras muchas este se vé obligado a estudiar algo que no es lo que realmente quiere.
Mónica González Sánchez-Pascuala.
Mark. Serv. UAH
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