La audiencia cada vez está más fragmentada, y las cadenas que no saben adaptarse a los nuevos tiempos (o no pueden porque dependen de los ingresos publicitarios), están perdiendo espectadores rápidamente. Los grandes canales, de contenidos generalistas, ven cómo sus antiguos consumidores emigran a otros temáticos, donde saben que encontrarán lo que buscan. En Estados Unidos, la Fox ha perdido un 19% de audiencia en el último año, y NBC un 13%. Aunque tampoco toda la televisión temática está sabiendo navegar bien estos tiempos de cambio.
Uno de los grandes problemas del modelo
tradicional son los anuncios. Sin embargo, ante la pérdida de ingresos muchas
cadenas están aumentando el volumen de publicidad por hora, provocando que más
público abandone estos canales. Con todo, la televisión de pago, cuyos ingresos
no dependen de los anuncios, tampoco se está salvando de la quema. Al menos no
la que se sigue pareciendo demasiado a la televisión “antigua”, en contenidos y
experiencia para el espectador.
El modelo Netflix
Y es que el modelo que sí está sumando espectadores es el de compañías como Netflix, Hulu, HBO o Amazon Video, que funcionan más como un videoclub online que como la televisión tradicional. El espectador, a cambio de una cuota mensual que no suele ser demasiado alta, tiene acceso a un catálogo muy amplio de series y películas. Puede verlas cuando quiera y en varios dispositivos; si tiene que interrumpir el visionado, más tarde empezará exactamente donde lo había dejado, y sin los molestos anuncios.
Y es que el modelo que sí está sumando espectadores es el de compañías como Netflix, Hulu, HBO o Amazon Video, que funcionan más como un videoclub online que como la televisión tradicional. El espectador, a cambio de una cuota mensual que no suele ser demasiado alta, tiene acceso a un catálogo muy amplio de series y películas. Puede verlas cuando quiera y en varios dispositivos; si tiene que interrumpir el visionado, más tarde empezará exactamente donde lo había dejado, y sin los molestos anuncios.
Netflix es quizá el
mejor ejemplo de cómo están cambiando los tiempos en el sector televisivo. Por
un lado, no pretende ofrecer todo; se centra en el sector de la ficción,
películas y series. Su lema es: “Solo hacemos algunas cosas, pero las hacemos
muy bien”. Las audiencias le dan la razón. Ya cuenta con 45 millones de
abonados, es decir, casi un tercio de los hogares de EE.UU. Además de los
espectadores que ha ido acumulando gracias a una buena selección de contenidos,
ha producido series propias, algunas de tanto éxito como House of Cards,
protagonizada por el oscarizado Kevin Spacey.
Para diseñar este
producto analizaron los hábitos de consumo de miles de sus usuarios hasta
encontrar la “serie perfecta”. Este es otro de los secretos de Netflix. Cuenta
con un numeroso equipo de ingenieros cuya única función es mejorar la
experiencia del espectador. Por un lado, rastreando sus gustos. Por otro,
resolviendo rápidamente cualquier problema de conexión que pueda darse. Así, la
compañía se ha labrado la reputación de que, a pesar de que los contenidos se
ofrecen en streaming, la calidad es siempre excelente.
Otra de las razones del éxito es el precio.
En Estados Unidos la cuota mensual es de ocho dólares, mientras que el coste
medio de la suscripción a la televisión por cable o por satélite es de 123
dólares, según cálculos de la sociedad de análisis de mercado NPD. Netflix
puede cobrar poco a sus usuarios porque gracias a la tecnología elimina
intermediarios. Los contenidos viajan directamente, a través de Internet, del
catálogo al consumidor. Así, luego pueden gastarse el dinero en sus productos,
por ejemplo en contratar a una estrella de Hollywood para una de sus series.
¿Y la piratería? Desde Netflix contestan
con cierto desdén a la pregunta: nuestro consumidor está dispuesto a pagar
porque valora la calidad de nuestros productos y de nuestra emisión. La
piratería no es rival.
La lucha en España
Netflix desembarca en España en octubre,
después de meses de rumores. Uno de los grandes obstáculos que se encontrará
será la poca penetración del modelo de pago en este país. Mientras que en
Estados Unidos o el vecino Portugal más del 80% de los hogares tienen
contratado uno de estos servicios, en España apenas llega al 25%. No obstante,
los directivos de Netflix confían en convencer a los espectadores españoles por
la calidad de los contenidos y los bajos precios: aunque aún no ha habido
confirmación oficial, parece que serán parecidos a los de Estados Unidos o
Francia.
Vodafone ya ha anunciado que incluirá
Netflix en el paquete de “todo en uno” (televisión, Internet, teléfono).
También se podrá contratar de forma independiente, pero previsiblemente será
más caro. MoviStar Plus, el servicio de televisión por suscripción de
Telefónica, será el principal competidor de Netflix en España. Actualmente
aglutina a la gran mayoría de los hogares que pagan por contenidos televisivos,
pero su posición de dominio puede verse alterada tras la jugada de Vodafone.
Por eso, la compañía de Telefónica
buscará explotar los dos puntos débiles de Netflix: que no incluye deportes, y
que solo ofrece las series cuando se han dejado de emitir en el país de
estreno. MoviStar Plus ha comprado los derechos de casi todo el fútbol (está
negociando por la Champions League) y promete dar las series de más éxito
mientras se están estrenando. También ha anunciado, siguiendo a Netflix, que
producirá contenidos de ficción propios con afamados directores españoles.
Veremos quién gana la batalla de la calidad y la comodidad, los dos campos
donde hoy se libra la lucha por llevarse la gallina de los huevos de oro.
Fuente: Aceprensa
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