Nunca en la
historia ha sido más fácil tener buenos textos a disposición de los lectores.
Sin embargo, el proceso de la lectura, de la comprensión profunda de lo que se
lee, está sufriendo cambios de importancia. Y no para bien.
Un reciente artículo de Ana Carbajosa en El País describe el fenómeno: personas que, en
sus dispositivos móviles, leen rápida y superficialmente, sin ahondar en el
contenido, por estar atentas constantemente a la entrada de un whatsapp, un
correo electrónico, o una actualización en alguna red social.
Según explica,
los científicos trabajan con la hipótesis de que esta manera de leer está
incidiendo en una modificación de los procesos cerebrales. Así lo estima
Maryanne Wolf, neurocientífica cognitiva de la Universidad de Tufts, EE.UU.,
quien dice temer que “la lectura digital esté cortocircuitando nuestro cerebro
hasta el punto de dificultar la lectura profunda, crítica y analítica”
.
“Nuestra mente es plástica y maleable –señala–, y es un reflejo de nuestros
actos. Las investigaciones nos dicen que ha disminuido mucho
nuestra capacidad de concentración. Los jóvenes cambian su atención unas 20
veces a la hora, de un aparato a otro. Cuando se sientan a leer, tienden a reproducir esa lectura interrumpida y
en zigzag. Tenemos
que ser conscientes de que estamos en medio de un cambio muy profundo”.
El artículo
cita además la investigación que el académico David Nicholas, del University
College de Londres presentó en 2010, acerca de cómo los nacidos de 1993, en
plena era digital, leían de modo más rápido y habían perdido capacidad para
analizar información más compleja. En apoyo de Nicholas se cita el último
informe de la OCDE que detecta que ese diagnóstico ha empeorado. “La gente ya
no quiere leer largo y profundo. El cambio es rapidísimo y los teléfonos
inteligentes han acelerado este proceso porque hacen además que la gente lea en
movimiento, lo que supone una distracción adicional. Las implicaciones para
nuestra cultura y nuestra sociedad son inmensas”.
Como
“remedio”, o al menos como paliativo, la doctora Wolf aconseja el esfuerzo
consciente de tomar un libro impreso y, antes de comenzar la lectura, dejar
fuera de la habitación los dispositivos móviles.
Eso, si el
libro no ha dejado de estar presente. Según la articulista, que cita datos de
la Federación de Gremios de Editores de España, los números van a la baja en
España: si en 2010 se vendieron 228.230.000 ejemplares, en 2013 fueron
153.830.000. El CIS añade que el pasado año la mitad de los españoles no compró
ningún libro, mientras que el 35% afirmó no leer nunca o casi nunca.
Pero respecto
a los que sí lo hacen en formato digital, Antonio Basanta, director de la
Fundación Germán Sánchez Ruipérez, dice no temer una catástrofe, tal como no la
hubo cuando aparecieron la radio y la televisión: “Nunca se ha leído tanto en
el mundo ni ha habido tanta información disponible. Si se maneja bien, puede
ser algo extraordinariamente positivo”.
Con optimismo,
Basanta apunta que la lectura rápida y extractada (lo que él denomina
“picoteos”) no está reñida con la lectura en profundidad, sino que ambas son
complementarias. La escuela, según señala, sería el sitio en que debe
adiestrarse al estudiante en esa complementariedad. Pero no está ocurriendo.
“El sistema educativo no les enseña esas capacidades”, afirma, justo cuando
debería ser un objetivo prioritario.
Fuente: Aceprensa (servicio gratuito on line)
1 comentario :
Internet y todo lo que le rodea, ha cambiado nuestras vidas, de una forma radical.
“Nunca se ha leído tanto en el mundo ni ha habido tanta información disponible. Si se maneja bien, puede ser algo extraordinariamente positivo”.
El problema es que no se maneja bien.
Internet pone a nuestra disposición multitud de información y tipos de comunicación. En la actualidad podemos, “estar al día”, leer noticias, comunicarnos con amigos y conocidos, etc.
Pero, internet se ha hecho tan necesario, que no nos damos cuenta de las cosas que nos perdemos.
Por ejemplo, una quedada con los amigos. ¿Por qué no dejar el móvil en el bolso? Hoy en día, creo que no es posible. Mires donde mires, hay grupos de amigos, en los cuales siempre hay alguno de los integrantes que está con el móvil.
Unas vacaciones con la familia, ¿Por qué no desconectar?
Internet, es muy útil, pero hay que saber usarlo. Y creo, que las generaciones futuras, van a “estar más enganchadas”.
Cualquier chico/a de 16 años o menos, no saben vivir sin el móvil; se duchan con el móvil, cenan/comen con el móvil, estudian con el móvil (provocando pérdida de concentración y zigzag), no quieren leer nada que no sea whatsapp o redes sociales…
Debemos pensar sobre el tema, y analizar cuánto de importante es internet para disfrutar de la vida y de los pequeños detalles.
Miriam Rodríguez.
Universidad de Alcalá de Henares
Marketing de Servicios
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