Marketing y Servicios: La crisis bancaria es también una crisis ética

sábado, 10 de agosto de 2013

La crisis bancaria es también una crisis ética

Ignacio García de Leaniz publicaba en Expansión Empleo hace unos días un interesante comentario a la película Hannah Arendt, en un artículo titulado “La perplejidad ética de la banca española”.La filósofa judía Hannah Arendt, que asistió al juicio de Adolf Eichmann, el oficial de las SS nazis que fue secuestrado por Israel y juzgado en ese país por sus crímenes durante la segunda guerra mundial, quedó asombrada por “la banalidad del mal”, título que dio al libro que escribió para transmitir sus impresiones en el juicio. Lo que encontró en él no fueron seres depravados y sádicos, sino “hombres corrientes y buenos ciudadanos, padres de familia, celosos funcionarios y escrupulosos profesionales, [que] eran capaces de conducir a los campos de exterminio a millones de personas siguiendo una gigantesca maquinaria burocrática en la que ciertos individuos ya no son percibidos como personas”.


García de Leaniz traslada esta “banalidad del mal” al sistema financiero español, para entender “la bancarrota moral que ha asolado a los profesionales de nuestros bancos y cajas con el escándalo de las preferentes. ¿Cómo ha sido posible que directores de sucursal normales y corrientes, buenos ciudadanos y profesionales, engañaran masivamente y de forma consciente a tantos ahorradores? La pregunta se extiende a los respectivos directores de área y a los máximos responsables del diseño de tales productos, alta dirección incluida. Ninguno de ellos se siente moralmente culpable en la escala de la responsabilidad“.

“Nuestra protagonista diría en este caso que al despersonalizar al cliente (…) y ver en él una mera fuente de ganancia en un momento de apuros inconfesables, nadie se para a pensar en la aberración que suponen tales prácticas. En nombre del bonus o de las presiones de la central, o del bien de la organización, miles de profesionales han contribuido directamente a cometer un delito-saqueo inaudito en la historia financiera española con la misma diligencia y eficacia con que se realiza el arqueo o el seguimiento de la mora”.

Supongo que muchos de aquellos profesionales pasaron muy malas noches, sobre todo cuando fueron conscientes de las consecuencias económicas, sociales, humanas y morales de lo que habían hecho. La moraleja que quiero sacar de todo esto es que sí, que necesitamos la ética en todas nuestras acciones.

La ética personal, que nos lleve a preguntarnos, cada noche: ¿he hecho hoy lo que debía hacer, o me he dejado engañar por argumentos más falsos que Judas, para mirar hacia otro lado? Segunda moraleja: no basta la ética personal; alguien en las organizaciones tiene que pensar si las reglas del juego, las rutinas, los procedimientos, las estrategias y las estructuras no estarán ocultando manejos inmorales, bajo la apariencia de problemas técnicos. Hay más moralejas, claro, pero por hoy ya hay bastante. ¡Ah, perdón! Una más: la ética es también para nosotros, los ciudadanos corrientes, los que nos sentimos correas de transmisión de las decisiones de otros. No podemos contestar, como los carceleros de los campos de concentración, que nosotros solo cumplimos órdenes.



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1 comentario :

Mónica González dijo...

Bajo mi punto de vista el "problema" de las prefentes viene por la avaricia del ser humano en general, por un lado de los propios comerciales de la banca (que estaba ansiosos por llevarse su comisión) y por otro lado de los clientes del banco (que estaban deseando sacar un buen pellizco por sus ahorros.
Es cierto que algunos (no todos) de estos comerciales de banca han usado "malas artes" a la hora de vender este tipo de productos tan complicados y que en ocasiones han omitido información, pero también es verdad que los clientes son los que tienen la última palabra y los que firman el contrato, y cuando uno no sabe sobre algún tema en concreto (en este caso sobre economía) tiene dos opciones o informarse muy bien contrastando varias opiniones o "salir corriendo" de ahí el dicho de "manolete sino sabes torear pa que te metes", es decir, como yo no soy médico no se me ocurriría operarme a mí misma de apendicitis, por tanto los clientes como no son economistas-financieros que no jueguen en bolsa porque pueden perder hasta el apellido como les ha pasado.
En mi opinión es la avaricia de unos y de otros la que ha ocasionado este lamentable suceso.
La moraleja de esta situación es que nadie da duros a pesetas.
Mónica González Sánchez-Pascuala
estudiante UAH mark.serv.