Marketing y Servicios: La crisis como síntoma

miércoles, 29 de diciembre de 2010

La crisis como síntoma

Hay voces que apuntan que los vaivenes financieros son sólo los picos de fiebre de una sociedad verdaderamente enferma.

Las discusiones sobre la crisis económica llevan meses tiñendo páginas de diarios y ocupando minutos en los informativos. La nueva jerga —en inglés, naturalmente: Subprime, Swaps, Hedge funds...— y la ya conocida —deflación, paro, déficit...— se han colado en cenas de amigos y conversaciones de café. Hasta los niños —normalmente ajenos a las disquisiciones económicas— adelgazaron sus peticiones a los magos de Oriente, en solidaridad con el pobre Gaspar, a quien esta coyuntura ha situado al borde del paro, cuando no en la zanja. 

Las reflexiones sobre la crisis discurren por distintos derroteros. Hay un debate, propio de tertulias radiofónicas, que se ensaña con políticos y reguladores, gerentes y banqueros. Por no haber sabido calibrar los efectos de una política de tipos de interés bajos y excesiva liquidez; por no haber previsto que provocaría una inadecuada evaluación del riesgo, un endeudamiento irresponsable y una diarrea de consumo. Por la deficiente regulación —el Estado viaja en Seiscientos; el mercado, en un Ferrari F430 Spider— que ha permitido sobre-endeudarse a bancos y cajas; fraudes; nuevos productos financieros, que pocos entendían y nadie controlaba, o conflictos de intereses de las calificadoras de riesgos… Se denuncia aquí y allá la esquizofrenia pública: prohibir el consumo de tabaco pero permitir que activos tóxicos, humo financiero y especulación llenen los mercados. Aunque el debate estrella es el coste de las medidas del Ejecutivo, que pueden haber costado en 2009 a cada español activo (y española, también en esto rige la igualdad) más de 20 euros diarios.

Hay un segundo frente abierto, mucho más interesante a mi entender, que no se fija en los actores sino en el escenario. Porque, al fin y al cabo, aunque a los de la profesión nos duela, la Economía forma parte de esa aleación que llamamos sociedad; está embedded, que diría Karl Polanyi, de modo que no podemos discutir sobre ella empleando el tradicional Ceteris paribus

Se presta poca atención al escenario, pero resulta tan interesante como los actores, porque permite juzgar la película completa. Y ahí es donde aparece la verdadera diversidad de opiniones. Hay quienes insisten en que esta película ya la hemos visto; otros aseguran que es un producto nuevo, sin catalogar.

No es esta la primera crisis que padecemos; ni será la última. En realidad, la vida presenta naturaleza cíclica. Estaciones; noches y días; nacimientos y entierros; éxitos y fracasos; advientos y cuaresmas. En este sentido, la crisis es para la Economía lo que la gripe para el cuerpo humano: un proceso desagradable, incómodo y recurrente. Vuelve con determinada cadencia, estropea la existencia durante unos días, y luego, con o sin medicinas, se va. En ocasiones, la cepa resulta agresiva: produce mucho paro y reduce considerablemente el bienestar; en otras, la enfermedad es leve, afecta a menos tejido industrial y a menor porcentaje de población activa. Pero, en ambos casos, el proceso resulta similar: la sociedad se desprende de sus viejas fórmulas, de los muebles pasados de moda. Adelgaza y, de nuevo esbelta, se lanza a la innovación: nuevos productos, procesos, mercados. Como recuerda Ortega, la humanidad necesita periódicamente sacudir el árbol para que caigan las frutas podridas del arte, de la ciencia… Y de la economía.

Los PCs enterraron a las Olivetti y a un número no pequeño de auxiliares administrativos; el libro electrónico comienza a desplazar a las librerías tradicionales, y quién sabe si también a muchas editoriales; y China…. Sin comentarios. En ese sentido, pese a ser dolorosas, las crisis parecen responder a un proceso natural y necesario de destrucción creadora. Los niños dan el estirón tras el episodio febril; la sociedad, también. (....)
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Estos párrafos anteriores pertenecen a un artículo de Reyes Calderón, decana de la Facultad de Económicas de la Univerdad de Navarra, madre de nueve hijos  y  que ha publicado cinco novelas de gran éxito de ventas. Como conozco personalmente a la autora y me leído sus primeros libros, le he pedido a los Reyes Magos, que el próximo día 6 me regalen su última novela.

Aquí puedes leer el texto completo del artículo, publicado en Nuestro Tiempo, que te recomiendo. A continuación, te copio el final, la conclusión del análisis que realiza en el artículo y que comparto plenamente.
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Las claves para superar la crisis podrían encontrarse en la familia

Pero la duda persiste. ¿En qué mercado se compra sobriedad? ¿Dónde cotiza la solidaridad? ¿A qué precio está la responsabilidad? ¿Un libro de texto puede formar en la adhesión a una causa noble? ¿Una asignatura puede lograr que alguien asuma responsabilidades o sea honesto?

No, los libros no adiestran. No hay mercado para esos bienes, escasísimos. Son flores tempranas que sólo se aprenden en su fuente, donde se forja el carácter, en la familia, precisamente la institución que la modernidad ha rechazado por obsoleta. He aquí nuestra mayor torpeza, muy por encima del tipo de interés.

¿Por qué en la familia? Porque está fuera de la economía. En ella no rigen criterios de eficiencia o éxito. Se enseña, con el ejemplo, que es más feliz quien da que quien recibe; se quiere más al torpe, al que fracasa, al que no puede competir; se desea el éxito que se comparte, porque tus ganancias son mis ganancias. Nadie da duros a cuatro pesetas en el mercado. En la familia se dan gratis. Porque el oro y el petróleo cotizan, pero las personas son valores estables. 

Hemos pillado una buena gripe porque nos hemos creído ciudadanos autosuficientes. La familia, Dios, la amistad parecían instituciones trasnochadas. Hasta algunos autobuses recuerdan que “Es posible que Dios no exista”. Aunque también es posible que el autobús deje de existir porque lo queme un tipo al que nadie ha hablado de Dios.

En suma, el argumento es muy simple. Si queremos salir de la crisis, necesitamos confianza, valores. Y para ello debemos potenciar la fábrica de valores. Invertir en acciones familiares. La familia que enseña responsabilidad, esfuerzo, austeridad, solidaridad es el escudo protector de la sociedad, el rodrigón con que guiar el desarrollo sostenible. Es el poder moral compensador de los estragos generados por el self. No son los políticos los que hacen ciudadanos morales, honestos, trabajadores, es la familia. Las gripes pasan, los valores no. 

No será el mundo de quienes dominen la informática o las células madres, será de quien sepa transformar al hombre ciego, encerrado en su cueva, en un hombre de alta visión, capaz de ver el sol, los agujeros negros… y a aquel de quien los autobuses dicen que no existe.
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4 comentarios :

Anónimo dijo...

Seamos honestos todo pasa, pero los valores personales como los universales si es que existen, no tiene fecha de caducidad.

Si miramos en la historia, que pienso que es un buen reflejo para ver en donde nos encontramos, sabremos que al final la imagen fiel de todo es lo principal. ¿Qué es lo principal?
Lo verdadero.

¿Qué es lo verdadero?

Lo de siempre.

¿Qué es lo de siempre?

La familia, los amigos, la salud y una pequeña sonrisa diaria.


No olvidemos que aunque estemos en un cambio de ciclo, que lo estamos, lo verdadero siempre es igual.

Los políticos son políticos.
Pero nosotros los de a pie, somos los que al final moverán ficha.
Aunque el tanto se lo apunten otros.
Pero que más da.

Recuerdso un café que me tome con mis amigos en el Pantehon Romano, que gofada.

El tiempo va y se para.
¿Quién puede valorar eso?
Tomando café enfrente de cientos de siglos de historia, y yo sentando enfrente.


Pensar la lucha que mantenemos.
¿Pero contra quien?

Yo creo en todo, pienso que todo está por descubrir. Lo único que siento es no vivir 200 años más, porque para mí el futuro es un avatar increíble.

Bueno como estoy de cena con mis amigos a lo mejor cometo algún error ortografico o digo algo incorrecto. Pero todo lo dicho es sincero.

Un saludo.
Antonio Barcala.

Anónimo dijo...

Hola a todos, perdón por el comentario que puse anoche, porque a lo mejor no era todo lo correcto que debería haber sido.

Las claves para superar la crisis, son muchas. Pero bajo mi punto de vista actualmente nosotros los ciudadanos poco podemos hacer.

Nuestro gobierno es quien debe poner medidas para solucionar los problemas, que ya no son tan globales como decían. Está localizado en nuestro país, que es donde vivimos actualmente.

Nosotros bajo mi punto de vista, podríamos movilizarnos civilizadamente para manifestarnos contra todos los abusos que están cometiendo. Pero tampoco tenemos quien nos lidere para poder manifestar nuestro desacuerdo con el hundimiento de nuestro país.

Las medidas que toman no son otras que subir todo.

La luz, el gas, la gasolina,IRPF,IVA, edad de jubilación,recortar sueldos. Todo esto y un poco más es lo que saben hacer, yo creo que también podríamos realizar nosotros está labor sin tener muchos conocimientos.

También nos cambian hasta el vocabulario. Han creado un agujero en todos los sectores. La policía, la guardia civil, la administración, loteros, religión, empresas, toreros, educación, taxistas, transporte. Seguro que me dejo gremios como la hosteleria, comerciantes y otros muchos.

¿Qué pretenden transformar?
¿Qué fin tiene todo lo que nos estan haciendo?

Se promueve el aborto para que unos pocos se enriquezcan, pero no se educa en la prevención.
Se busca la igualdad para la mujer y no saben bien el daño que la están haciendo.

La igualdad viene por la capacidad que tengamos cada uno y no por ser hombre o mujer.

Lo cierto es que al final queda la familia, la caridad de unos pocos, los amigos de verdad. Que son los valores que mueven al mundo y hacen que siempre exista esa chispa que nos hace empezar un nuevo día con esperanza.

Que le pregunten a los 5 millones de parados, si no fuera por lo dicho anteriormente de que van a vivir o de que viven.
Es como cuando hay temblores de tierra, todo se mueve, pero no se cae. Pero al final ocurre el terremoto que todo lo destroza y vuelta ha empezar. Comienza la reconstrucción y con ella, se vuelven ha recuperar los valores que unidos por la necesidad hacen que el ser humano prevalezca.

¿Quizás los cambios de ciclo ocurren de esta forma?
¿No ha ocurrido esto en el siglo pasado?
¿No llevamos las mismas directrices que en otras épocas?

Si miramos en la historia reciente, observaremos que cuando se pierden valores y derechos, ocurre que acontece lo inevitable.

Mirar en el siglo pasado y decirme si no seguimos los mismos pasos.

Un saludo.
Antonio Barcala.

Anónimo dijo...

Es curioso que el tema del libro sea: ¿Por qué alguien puede matar a otro?

La maldad normalmente creo que hay personas que nacen con ella.
Pero también hay personas(como dice la autora del libro), que es el ambiente el que les moldea y les hace malos.

Si pensamos en los barrios residuales de las grandes ciudades,
observaremos que existen niños que viven esa maldad en sus casas y en las calles donde juegan con otros niños, que a su vez viven en el mismo entorno.

En estos barrios (podría ser una fabela de Brasil), abundan las drogas, la prostitución, el alcoholismo, las armas, el analfabetismo, la violencia. Podría entenderse que la maldad les persiga y al final forme parte de su vida.

En otras circunstancias podría ser que el ambiente (como el que ahora vivimos), haga a una persona matar a otra. Recuerdo el último caso de un señor de Barcelona que arruinado, mató a 4 personas en su desesperación.

También es muy influyente en la sociedad, las informaciones que recibimos constantemente.
Cuando los valores desaparecen ocurren actos malignos (como dice la autora del libro Reyes Calderón). Que fué lo que motivó que escribiese esta novela.

La idea surge de aquellas imágenes en las que un grupo de chicos daba fuego a una mujer en un cajero.
Verdaderamente es un acto cruel que da mucho que pensar.

Entiendo que la maldad viene en los genes, pero minoritariamente, porque la mayoría de los casos se adquiere con el ambiente de diferentes formas.

Un saludo.
Antonio Barcala.

Anónimo dijo...

Me ha llamado la atención el tema de la maldad y he estado un par de horas leyendo artículos con opiniones muy diversas.
Sobre todo se hace referencia a los tiempos bíblicos, donde se describre con mucha precisión.
Lo digo por si alguien quiere profundizar en el tema.

El premio Nobel de Literatura Marios Vargas Llosa, ha escrito un nuevo libro. "El sueño del celta" (Alfaguara) que es un conmovedor relato sobre la maldad.

Escribo a continuación un fragmento:

A diferencia de los animales, que sólo matan para alimentarse o defenderse, el hombre mata también por codicia, por celos, por envidia, por apetito de poder, por fanatismo, prejuicio, racismo, estupidez o una inclinación irracional de su ser a destruir y hacer daño a los otros. Eso es el mal. Su orígen es controvertido y sus manifestaciones en la vida privada y pública de sociedades y naciones son infinitas. Los creyentes presumen que nació con el pecado original, aquella culpa y castigo con que se inicia la vida en el paraíso terrenal. Los no creyentes lo llaman la pulsión o instinto tanático, atracción por la muerte que se disputará con el eros, el amor a la vida, el alma de los seres humanos. En todo caso, sea cual fuera su fuente, el mal siempre ha estado ahí, irredimible, indiferente al progreso material y científico, incansable en la civilización y en la barbarie, sembrando dolor, frustración, odio y muerte a lo largo de la historia. Roger Casement (1864-1916) conoció el mal de manera directa y profunda en el África y en la Amazonía, durante la época del caucho, lo denunció con energía y lo combatió con coraje inigualable a lo largo de su vida, convencido de que podía ser erradicado, y que la historia humana podía ser una historia de concordía y de paz. (Murió ahorcado)

Un saludo.
Antonio Barcala.