Parece sencillo decirlo, pero luego no es tan fácil ponerlo en marcha.
Conocer a nuestros clientes no significa saber simplemente sus nombres y sus
apellidos. La tecnología ha evolucionado a un ritmo vertiginoso y con ella la
información a la que podemos tener acceso. Puede generar cierta sensación de
impotencia y frustración, pero lo cierto es que, en Internet y en las redes
sociales,la información que vierten nuestros clientes puede llegar a ser
infinita. Nuestro deber, siempre y cuando queramos tener la mejor
estrategia de marketing y de ventas posible, consiste en ir recopilando todos
estos datos, montarlos en un puzle y conformar así la foto exacta de cada uno
de nuestros clientes. Hay que saber
a quién se le está vendiendo y por qué.
¿Sabes cómo son tus clientes? ¿Cómo piensan? ¿Cómo actúan?
¿Qué quieren en cada momento? Según el artículo ‘Cómo hacer una gestión de ventas inteligente’, publicado por la Revista Emprendedores, tenemos que llegar al grado de conocimiento
y de cercanía que tiene el camarero del bar de la esquina: al señor que todas
las mañanas lee el periódico en la barra sabe que le gusta el café solo, en
vaso y con sacarina, al estudiante que espera mientras llega el autobús, doble
y con leche… Conocer a nuestros clientes significa conocer nuestro negocio.
Los beneficios de una buena inteligencia
de clientes se cuentan a raudales: aumento de las ventas cruzadas,...
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