Una entrevista de trabajo. Un buen currículum. Extensa formación. Valía
profesional. Experiencia suficiente. Pero la candidata lleva demasiado tiempo
fuera del mercado laboral, porque durante unos años decidió dedicarse a sus
hijos. Según le dicen los entrevistadores, el puesto al que aspira requiere de
un plus que ella no tiene. Es una lástima: durante esos años que se ha dedicado
a sus hijos, se ha olvidado de sí misma, de su propia formación.
Parece que la candidata se rinde: por criar a sus hijos ha dejado un hueco
en su currículum, un espacio vacío en el que no puede consignar en qué empresa
trabajó ni qué cargo desempeñó durante ese tiempo. Debe asumirlo: ser madre le
ha empobrecido el currículum. Pero ella no se da por vencida y lo reescribe.
Descubre que ha ocurrido todo lo contrario, que ser madre es un plus y que le
ha aportado una experiencia y unos conocimientos que antes no tenía. Ser madre
le ha hecho sacar lo mejor de sí misma, le ha hecho descubrir todas las
potencialidades que encierra el ser humano, le ha hecho multiplicarse por cada
hijo. Porque ser madre habría de ser el primer título del currículum vital,
pues otorga un plus que se puede resumir en estas cualidades: