Hace unos días la prensa trajo la
noticia de que
Moritz Erhardt, un interno de 21 años que trabajaba
en
Bak of America Merrill Lynch, en Londres, fue encontrado muerto
en la ducha de su apartamento. Sus compañeros explicaron que
Moritz trabajaba
muchas horas, muchas más de las que son no ya saludables, sino no peligrosas:
llevaba tres días seguidos trabajando hasta las seis de la mañana. Y, de
paso, nos enteramos de que esa es una práctica frecuentísima en numerosos
empresas, sobre todo en el
mundo financiero.
¿Causas? La “culpa” está en ambas
partes. Los empleados lo hacen para mantener su puesto
de trabajo, para ser bien calificados por sus jefes, para acumular méritos…
Quizás su remuneración no es demasiado alta, pero es el principio de una carrera profesional que
puede llevar a sueldos muy sustanciosos, de manera que toman
su exceso de trabajo como una inversión, cuyo rendimiento obtendrán en el
futuro, sea en la misma empresa, sea en otra del mismo sector, o saltando a
otro empleo que han conocido gracias a sus muchas horas de trabajo...