Marketing y Servicios: Felicidad de consumo

viernes, 8 de mayo de 2015

Felicidad de consumo

Quizá nunca como en nuestros días nos habíamos empeñado tanto en buscar la felicidad, y quizá nunca como en nuestros días nos habíamos sentido tan infelices. Quizá nunca como en nuestros días habíamos alcanzado cotas tan altas de bienestar; sin embargo, esa medida no coincide con nuestra percepción de la felicidad.


En los últimos años se ha producido un aumento casi exponencial de crisis de angustia, ansiedad, depresiones, fobias, obsesiones, trastornos de la conducta alimentaria, hiperactividad, adicciones, ludopatías, problemas de personalidad… Nunca habíamos consumido tantos tranquilizantes, antidepresivos y ansiolíticos. La insatisfacción de muchas personas que viven satisfechas, el malestar en la sociedad del bienestar, el sinsentido en el balneario del placer, es una realidad contradictoria con la que nos hemos acostumbrado a vivir. ¿Será que no sabemos ser felices? ¿Será que no sabemos qué es la felicidad?
A esa felicidad a la que aspiramos le ponemos mil nombres: dinero, salud, prestigio social, tranquilidad, seguridad, éxito profesional, placer, bienestar… pero no sabemos exactamente qué es. Creemos que en “esas cosas” debe consistir la felicidad, que basta con encontrar “algo” que, como una piedra filosofal, convierta nuestra vida en un camino de rosas. El objetivo parece consistir en poseer algo que por sí mismo nos haga ser felices, como aquella canción que repetía: “Yo para ser feliz quiero un camión”, como si la felicidad tuviera la forma de un condicional: “Yo sería feliz si…”, como si fuera un artículo de consumo.

Ricard Layard, profesor emérito de la London School of Economics, mantiene que la infelicidad viene causada en la actualidad por dos elementos principalmente: el acostumbramiento (cuantas más cosas tenemos, menos nos satisfacen proporcionalmente) y el descontento que nos produce la comparación con los demás. Son, como se ve, dos “motivos” que se derivan directamente de dos principios que rigen nuestras sociedades occidentales: el consumismo y el individualismo. 

El acostumbramiento se parece a lo que el filósofo alemán Odo Marquard llama “ley de penetración creciente del resto”, que se puede enunciar de la siguiente manera: “cuantas más cosas negativas desaparecen de nuestro entorno, más enojoso resulta lo poco negativo que permanece”. Para una persona que nunca en su vida ha sufrido una contrariedad, la primera que se cruza en su camino, por insignificante que sea, representa un obstáculo casi insuperable. Es lo que pasa con muchos de nuestros hijos, a los que les damos todo hecho, los sobreprotegemos, los blindamos con nuestros cuidados, los mantenemos en un ambiente perfectamente aséptico donde nada negativo los roce. Pero a la hora de la adversidad, cuando los padres ya no pueden intervenir, se sienten indefensos e impotentes; ante el mínimo revés, el mundo se les viene encima y ellos se vienen abajo.
Y nos ocurre también a los adultos. Vivimos intoxicados de comodidad, tanto que cualquier contrariedad, por nimia que sea, nos incomoda, incluso se nos hace insufrible. La felicidad de consumo acaba consumiendo nuestra felicidad. Porque no nos damos cuenta de que la felicidad, como dice Fernando Alberca, “está hecha de un montón gigante de cosas enanas”. Lógicamente, esas “cosas enanas” no son cosas: son amigos, actitudes, sonrisas, inquietudes, bromas, problemas, circunstancias, palabras, caricias, versos…
Fuente: Felicidad de consumo (Blog de Aceprensa)
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8 comentarios :

Miriam López dijo...

Hoy en día el consumismo es uno de los problemas por los cuales las personas sienten cierto vacío y cierta inferioridad con respecto a otras personas, lo que puede producir esa angustia y depresión que nos comenta la entrada.

Antiguamente la mayoría de la gente no tenía dinero para poder darse caprichos y destinaban su dinero a comida y elementos necesarios para subsistir.

El gran desarrollo que ha sufrido el mundo ha provocado que la necesidad de destinar los recursos a la subsistencia quede en un plano secundario, mientras se convierten en primordiales necesidades secundarias, entre ellas objetos materiales como pueden ser los ordenadores, etc.

Esto conlleva que todo el mundo tenga todo lo que puede desear en sus casas por lo que no queda nada que desear, no queda nada que no esté a nuestro alcance.

Con todo esto quiero decir que antiguamente el tener algo que deseábamos nos producía felicidad ya que era impensable el poder tenerlo en nuestras manos mientras que hoy en día, este sentimiento de felicidad al conseguir algo que considerábamos impensable es nulo porque tenemos todo al alcance de nuestra mano.

En la situación actual que atraviesa España, muchas familias están volviendo a tener esa necesidad de subsistencia por lo que también, es una causa de depresión que muchas personas sufren. El haberlo tenido todo y ahora no poder tener todo aquello que deseamos, es un cambio muy brusco tanto para los padres como para los niños que prácticamente han nacido con una ¨tablet¨ en la mano.

En conclusión, considero que hay que darle más valor a las relaciones humanas para ser feliz y no centrarnos tanto en cosas materiales con las que conseguimos una felicidad con caducidad e irreal.

Miriam López Ortiz. MK.Fundamentos

Anónimo dijo...

It really depends on the people, there are cases in France in which you can find people who does not matter about material things but I find other people who really prefer have a good mobile phone or a good computer before taking care of what they are going to eat.
We should be focus in our happiness with family and friends, and we would discover how many simple things make us feel really lucky.
Marianne Gonon. From Lyon, France.

Inés Casariego - Marketing Internacional dijo...

En mi opinión, la felicidad es una forma de vida; me explico: se puede tenerlo todo y ser muy desgraciado y no tener nada y ser muy feliz.
El problema radica en la confusión de términos ya que, en la sociedad actual, la felicidad se ha asociado en muchos casos a la posesión de muchos y diversos bienes de consumo que nos "facilitan" la vida o nos "entretienen" en el día a día, mientras que nos hemos olvidado de ésos momentos que nos generan bienestar interior como los ratos con los amigos o la familia, la consecución de los objetivos que nos hemos marcado individualmente o la satisfacción que provoca ayudar a los demás.
Creemos que para ser felices todas las mañanas tendríamos que sentir que nuestra vida es "de color de rosa" o que llegará el día en que lo sea; personalmente, creo que este concepto es erróneo ya que la felicidad no reside en un momento determinado, sino que es una forma de vivir el día a día: la felicidad reside en el camino que decidamos coger de acuerdo a nuestros principios y valores personales: habrá momentos buenos y malos ya que la vida real no puede ser siempre "de color de rosa" pero la forma de afrontar ésos problemas y ser capaz de resolverlos, partiendo de una concepción positiva de nuestras vidas, haciendo balance cada día de lo que está bien y lo que podría estar mejor, es lo que nos hace personas felices más allá de los bienes de consumo que podamos poseer.

Inés Casariego - Marketing Internacional dijo...

A colación de este tema de la felicidad, me gustaría dejar aquí este enlace de la página web de UPSOCL, página que recomiendo 100% ya que todo su contenido merece ser visualizado:

http://www.upsocl.com/inspiracion/8-cosas-que-debes-recordar-cuando-algo-va-mal/

Marina García dijo...

En mi opinión, el principal problema está en confundir entre ‘el ser’ y ‘el tener’.

‘El dinero no hace la felicidad’ es una famosa frase que se pone en práctica para ‘consolar’ ante la falta de recursos. Sin embargo, la facilidad para adquirir productos produce una sensación tan placentera, que muchos la confunden con la felicidad.

Es cierto, que muchas veces somos demasiado egoístas y únicamente estamos contentos cuando tenemos lo que deseamos. Basamos nuestra felicidad en las ‘cosas’ materiales y no en lo verdaderamente importante. Por ello, contra más materialista eres, menos satisfecho estás con la vida.

Estamos mal acostumbrados, ya que tenemos todo lo que deseamos, cuando deberíamos de conformarnos con lo que la vida nos ha dado. Por otra parte, es cierto que hay personas que están atravesando tiempos difíciles y no tienen absolutamente nada, pero la opción no es hundirse, sino seguir adelante apoyándose en lo verdaderamente importante.

Como bien dice Fernando Alberca, la felicidad ‘está hecha de un montón gigante de cosas enanas’, que no son cosas, sino amigos, actitudes, sonrisas, inquietudes, bromas, problemas, caricias, versos, etc. Todo esto es lo que llena a una persona y con lo que debería conformarse para ser feliz. Las cosas materiales son pasajeras, debemos valorar lo que la vida nos ofrece y lo que se considera verdaderamente importante.

Marina García García.
Marketing I. Fundamentos.

Unknown dijo...

Por definición el ser humano es insaciable, siempre desea más. Hemos llegado a un punto de inconformismo en el que nada nos llena realmente. Siempre queremos más, queremos lo que no tenemos y si lo llegáramos a tener no sabríamos cómo disfrutarlo. Es por esta razón por la que debemos centrarnos en pequeñas cosas que nos aporten dosis de felicidad, normalmente todas esas cosas residen en gestos de naturaleza tan simple como puede ser un abrazo, un alago o una sonrisa.
Debemos empezar a valorar la vida, y con mayor motivo ahora que nos encontrarnos en una situación económica y social delicada. Deberíamos empezar por dar prioridad a todo aquello que nos haga sentir vivos, a aquellas cosas que nos reconforten y que nos permitan un desarrollo óptimo en el ámbito personal y profesional. Creo que la felicidad no es un estado de ánimo permanente, son pequeños instantes que valen la pena. Hagamos que cada instante merezca la pena.

ALBA ESTEBAN DÍAZ
Marketing Internacional, UAH

Javier Serrano Jiménez dijo...

En la actualidad, sin darnos cuenta, el ser humano está acostumbrado a valorar más el "tener" que el "ser", existe una crisis de identidad favorecida por las circunstancias de nuestro entorno que nos ciega ante las pequeñas cosas que nos rodean.
Creo que un hecho a destacar es que esta crisis de identidad ha recaído con más dureza en aquellos que han sufrido los efectos de la crisis que vivimos actualmente, manifestándose por medio del miedo, la ansiedad y el temor a desconocer su futuro. De ahí el recurrir a fármacos y tratamientos para paliar el sufrimiento que están viviendo.
Pienso que como medio para fortalecer el autoestima y saber que de todo se puede salir no hay mejor manera que ver los logros alcanzados en el pasado, servirnos mas de ese "ser" que ha sido y evitar en todo caso las comparaciones del "tener" con lo que se "ha tenido".

David Azulay dijo...

El consumo es una de las cosas que mas nos esta produciendo insatisfacción e infelicidad.Las personas tratamos de desestresarnos del día a día comprando en centros comerciales y nos hemos olvidado de pasar mas tiempo con la familia.
Nuestraa autoestima no se consigue
comprando o estando constantemente de visita en centros comerciales,sino practicando actividades deportivas o en grupo,ya que ayuda a ejercitar la mente y el cuerpo,recomendado por los especialistas para desconectar del duro día a día.
David Azulay Torres
Alumno de marketing de servicios UAH.